Divagacion Filosófica de Cafetín sobre el Arte Nº1

Reflexiones sobre un taller de danzas místicas persas

Practico yoga hace ya muchos años y, por ende, el concepto de meditación en movimiento no me es del todo ajeno; pero lo que me ocurrió en el taller de danzas místicas de persia de Miriam Peretz, el pasado 30 de marzo fue un tema aparte. Para los que no lo saben, Miriam es una excelente bailarina de origen Israelí, radicada en EEUU, dedicada a estudiar, enseñar y bailar danzas tradicionales y místicas de la ruta de la seda, y a demás es una hermosa persona, increíblemente luminosa y que ha tomado el sufismo y el giro como su camino espiritual personal.

No voy a describir la totalidad del taller porque llevaría unas cuantas páginas, y no sé cuán bien podría reflejar lo que se vivió ahí adentro en palabras. Me voy a limitar a contar mi experiencia y a reflexionar sobre algunas cosas relacionadas a ella.

 Venía de un día medio complicado, lo cual sumado a la tensión/stress de no sólo estar organizando el evento sino también oficiando de traductora en las clases me tenía bastante dispersa y eléctrica. Luché durante toda la primera parte del taller para mantenerme concentrada en la clase, en lo que decía Miriam y en lograr una buena traducción. Después de un buen rato de clase, de varios ejercicios de giro básicos y varias indicaciones de por medio nos llegó la hora de nuestro primer ejercicio fuerte, completo y largo de giro.

Nos habían pedido que pensemos en un rezo, una plegaria en la cual concentrarnos mientras girábamos, yo seguía tan dispersa (y ya a esta altura del partido un tanto agustiada por no poder concentrarme) que no pude pensar en nada más que en "necesito conectarme con este momento y con todas las personas que están acá". Con ese pensamiento e intentando no tener nada más en mente volví a entrar al salón y comencé a girar.

Lo que sucedió durante el ejercicio fue hermoso, un momento de conexión grupal, meditación conjunta y silencio absoluto más allá de la música. Fue un momento de introspección profunda pero sin perder contacto con lo que te rodea, un momento en el que, a través del movimiento pude acceder a otros lugares mentales, emocionales, sensoriales.

Creo que para todos fue un momento muy especial, cuando terminamos el bullicio general que suele haber en este tipo de eventos era inexistente, todos estábamos demasiado conectado con lo que había pasado y en mi caso, con todo y todos los que me rodeaban.

Esto me llevó a pensar en la cualidad del movimiento que nos lleva a conectarnos con nuestras emociones. Me acordé de mi profesora de Teoría General del Movimiento de la facultad diciéndome "El movimiento es vida. Me puse a pensar en cómo el movimiento, la danza, el arte, nos lleva a conectarnos con facetas nuestras que a veces preferimos dejar de lado, en cómo a veces, al menos para mí, el movimiento, la danza, el arte, nos lleva a analizar, comprender y sanar situaciones o problemas que de otro modo pueden llegar a doler durante años.

En mi práctica personal de danza, y sobre todo cuando compongo nuevas coreografías, suelo recurrir mucho a este factor emocional tanto para inspirarme como para llenar de contenido mis trabajos; sin embargo nunca había logrado tener una conexión tan profunda y real con mis emociones, ni tampoco nunca había logrado un cambio tan tangible y en tan poco tiempo con mis meditaciones.

Creo firmemente que los caminos, una vez andados, son más fáciles de volver a recorrer, y definitivamente voy a volver a recorrer estos caminos más adelante. Con la esperanza de que, de ahora en adelaante, mi danza tenga mayor contenido, mayor emotividad y que esto pueda no sólo expresarse, sino que también le produzca algo a quien la observe.

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